viernes, 1 de julio de 2011

Cinema Breaker: TRANSFORMERS. EL LADO OSCURO DE LA LUNA (Michael Bay, 2011)


No nos andemos por las ramas: Transformers: El Lado Oscuro de la Luna es la película más espectacular, superficial, aparatosa y pirotécnica del verano, lo que no quiere decir que sea la mejor película de acción/fantástica de estas vacaciones (esa probablemente acabe siendo X-Men: Primera Generación).

Como ya ocurría en las dos partes anteriores, este tercer Transformers ofrece toneladas de acción, humor -no siempre inocente-, destrucción, robots transformables -y muy belicosos-, armamento pesado, soldados expertos, personajillos variopintos y mujeres de catálogo en una cuidada exhibición de imágenes que no busca más que ofrecer un laaaargo rato de entretenimiento puro y duro -unas dos horas y media- al espectador más fantasioso de alma joven y mente abierta.


¿Pero cómo han ensamblado Michael Bay y su equipo esta tercera parte de la franquicia?

Pues, para empezar, con un potente aunque, por desgracia, breve prólogo muy a lo Star Wars, con naves de Transformers en pleno duelo láser por un Cybertron laberíntico. Aquí ya descubrimos que el 3D luce estupendamente nítido y bien, sorprendente incluso (En un momento dado, la cámara nos lleva al interior de una de estas naves y presenciamos como un par de robots manejan un potente cañón del que saltan decenas de casquillos al público…)

Una de esas naves, en realidad la famosa El Arca de los dibujos animados y los cómics, acaba en la Luna con una misteriosa carga y entonces el film comienza a interconectar famosas misiones a nuestro satélite con dicho accidente, mostrándonos imágenes más o menos retocadas del primer alunizaje, de John Fitzgerald Kennedy, de la NASA, etc… El film no disimula sus ganas de homenajear la carrera espacial -imagino que para justificarse de alguna forma ante quienes se empeñen en buscar en este enorme armatoste desvergonzado un “algo” un poco más sustancioso- llegando a su punto más determinante en el emotivo encuentro entre Optimus Prime y el genuino Buzz Aldrin, para quienes no lo sepan el segundo hombre en pisar la Luna tras Neil Armstrong.


Enseguida la película da paso a una comedia sobre la inseguridad personal y el menosprecio en la cual el humor no acaba de funcionar seguramente por culpa de una métrica desequilibrada y la sofisticación extrema de lo que va apareciendo ante nuestros ojos -y es que la cutrez suele ser bastante más divertida-. Es aquí donde hacen su aparición las sinuosas nalgas de la modelo inglesa Rosie Huntington-Whiteley (novia en la vida real de Jason Statham, por cierto) siguiendo las pautas marcadas por su predecesora en los films previos, Megan Fox, en una secuencia que explota al máximo su sensualidad y que, para más inri, saca provecho de las tres dimensiones.

Shia LaBeouf en su papel de Sam Witwicky continua presto a mostrarse histérico, saltarín y gritón -además de peligrosamente valiente y noble- a lo largo y ancho del metraje de esta nueva entrega para recordarnos a los espectadores las delirantes dimensiones del follón en el cual nos hemos metido. Shia también tendrá ocasión para demostrar sus dotes más dramáticas algo más adelante en el film, sobre todo cuado Sam y Bumblebee lleguen a cruzar miradas en una escena en la que a uno de los dos están a punto de ejecutarle volándole la cabeza.



Poco a poco irán retornando algunos conocidos personajes (los latosos padres de Sam y el histriónico Simmons interpretado por John Turturro) y surgirán otros nuevos a partir de caras bien conocidas y actores de prestigio con muchas ganas de pasárselo bien: desde un John Malkovich en la piel del maniático nuevo jefe de Sam a una sofisticadísima Frances McDormand por la que no parece pasar el tiempo pasando por Ken Jeong (el Mr. Chow de Resacón en Las Vegas), Patrick DempseyAlan Tudyk, etc… Alrededor de todos ellos, quienes en algún momento de la película consiguen su momento de gloria, se va consolidando una intriga hostigada por un malogrado Megatron y sus más entregados Decepticons que tendrá como consecuencia una de las horas más intensas y moviditas que se hayan visto jamás en un film veraniego.

Como colofón a esta parte, y anunciando lo que acabamos de apuntar, seremos testigos de una emocionante carrera a toda velocidad en una autopista donde Michael Bay, y no será la única ocasión en que lo haga en el film, se permite un auto-homenaje retomando tiempos pasados (Dos Policías Rebeldes II, La Isla -de la que incluso recicla algunas escenas: http://www.youtube.com/watch?v=xyhnmRdze-0&feature=related-...) y donde la música de Steve Jablonsky se revela impactante pero deudora de la música de otros films del director y productor con el que ya había trabajado en varias ocasiones (la secuencia previa al despegue de la nave espacial con los Autobots suena bastante a Pearl Harbor, por ejemplo).


Poco a poco van pasando los minutos y, en un abrir y cerrar de ojos (literalmente… por culpa de una transición entre escenas de lo más brusca), Chicago, la ciudad donde acontece la acción, se convierte en zona de guerra pareciendo como si de repente nos encontráramos inmersos en una secuela de Terminator: Salvation. A partir de aquí y hasta el final de la película todo es acción en dosis monstruosas, un parque de atracciones delirante donde robots y humanos se enfrentan sin cuartel entre ellos destruyendo edificios enteros, naves espaciales, reduciendo a sus enemigos a cenizas, etc…


Michael Bay está en Transformers: El Lado Oscuro de la Luna completamente a sus anchas. Aquí se cumplen todas y cada una de las máximas de su cine: montajes hiper-rápidos con alguna secuencia destacada a cámara lenta, escenas típicas de video-clip (sin diálogos al tiempo que suena algún tema musical cantado), los helicópteros nunca dejan de surcar el cielo,   aparecen por doquier proclamas sobre el honor, el heroísmo y el auto-sacrificio (y puede que el patriotismo)prácticamente no aparecen mujeres feas o ni siquiera normalitas en un primer plano (hombres sí, por supuesto... Y son tipos como LaBeouf y Turturro los que se llevan a las chicas de calle mientras Patrick Dempsey o Josh Duhamel no parecen comerse un rosco)... Y hasta Aerosmith se pasean por su banda sonora (Sweet Emotion suena en la entrevista de trabajo de Sam). 

Y es que en cada una de sus películas siempre demuestra una sorprendente fidelidad a sí mismo así como una clara intención de superar aquello alcanzado en su trabajo previo. A veces lo logra y otras veces no pero en esta ocasión podría afirmarse que lo consigue. Lo que en ningún caso se puede negar es que sus películas lucen costosas, esforzadas… Cuesta trabajo creer lo que Bay alcanza a rodar, la estupenda integración entre acción real y recreaciones digitales, lo que cada fotograma de película pone ante nuestros ojos (atención a las escenas con los soldados en sus uniformes planeadores o a toda la Set Piece del edificio semi-derribado). Sin duda, más de lo que tus ojos han visto hasta ahora en una pantalla de cine... 


No obstante hay efectos digitales que lucen menos verosímiles de lo que deberían (aunque no muchos) y los diseños de algunos Transformers siguen ayudando a que se provoque cierta confusión en los enfrentamientos que se producen entre estos. Diseños como los de Bumblebee u Optimus Prime, con zonas más amplias de color, resultan sin duda más funcionales que los de Soundwave, Starscream o Shockwave, de aires más metálicos en la línea de Megatron y fáciles de confundir entre ellos. También los hay que directamente son algo feos, como el diseño de Sentinel Prime, con ese rostro viejo y barbudo quizá excesivamente humano...

En definitiva, estamos ante una película que entusiasmará a unos y aburrirá terriblemente a otros. Todo dependerá de hasta que punto puedas aceptar que en una película prime forma sobre fondo y cuan domado tengas a ese niño que todos (o casi todos) llevamos dentro... Pero, si por una vez quieres dejarle salir, en serio, esta es una buenísima ocasión para hacerlo.  


Lo Mejor: Es puro espectáculo visual que te deja absorto mirando a la pantalla. Saca un total rendimiento de la tecnología 3D y de las proyecciones en formato IMAX.

Lo Peor: El guión, claro. Porque: 1) Demasiadas cosas suceden porque sí, sin que se implante una sólida lógica interna. 2) Su parte cómica, concentrada en la primera mitad del film, solo arranca risas en uno de cada cuatro o cinco intentos -no obstante la socarronería de los pequeñitos Decepticons pasados al bando Autobot Wheelie y Brains suele funcionar-. Y 3) Que más allá de sus impactantes y sofisticadas imágenes -que, además, seguramente para muchos pecaran de artificiosas-, no logra involucrar con auténtica convicción al espectador en lo que está pasando.

Ojo al Dato: El comportamiento en plató y las declaraciones de Megan Fox tildando a Michael Bay de "Hitler" en la revista Wonderland Magazine provocaron que fuera expulsada de la franquicia sin muchos miramientos (Hasta Steven Spielberg recomendó su despido). Su personaje de Mikaela Banes paga el pato por ello y en esta tercera parte todas la referencias al por qué no sigue junto a Sam Witwicky no la dejan en muy buen lugar, pareciendo como que los responsables de Transformers 3 quisieran enviar así un mensaje "cariñoso" a la señorita Fox...

VALORACIÓN PERSONAL: 7'5 de 10